Es cómo vivir dos veces

A la vuelta de nuestro viaje a Marruecos, más mío que nada, ya que fuí yo la que estuvo 12 días, sentados en la terraza comunitaria en casa de unos amigos, a la luz de las velas, bebiendo unas copas de vino, de madrugada, después de una cena maravillosa, empezamos a hablar de cómo había sido la estancia por aquellas tierras.

Mientras desgranábamos recuerdos, uno de los contertulios, emocionado e inspirado por la esencia del viajar en sí mismo, nos dijo aquello de; -ya lo decía el poeta, viajar, es cómo vivir dos veces.

La frase, me pareció de lo más acertada, de hecho, estuvo semanas rondándome por la cabeza, para qué podrá servir esta bella frase, me preguntaba, hasta que nació este blog y supe que nombre debía llevar.

Así que, aquí está parte de esa segunda vida.

lunes, 18 de agosto de 2008

Granada, la ciudad, del 16 al 19 de octubre

Granada es una ciudad con un montón de sitios que visitar.

Ya que teníamos un bono que nos daba derecho a visitar muchos lugares, lo aprovechamos y fuimos a todos.

Una de nuestras primeras visitas paseando, fue el Hospital San Juan de Dios, que es eso, un hospital, con enfermos paseando por sus pasillos, aunque se puede entrar libremente para verlo y sacar fotos.

Hay que reconocer que es un poco violento, pero el lugar es tranquilo, bonito y lleno de encanto, nos hubiésemos quedado toda la tarde y fue una de las visitas que más me gustó.

También estuvimos, en el Monasterio de San Jerónimo, es una visita corta, que se puede combinar con un paseo u otras visitas, un lugar agradable, también.

Después de visitar la Alhambra, descubrimos un parque llamado Carmen de los mártires, y nos decidimos a visitarlo. A esas horas de la tarde, no había nadie, y tal vez eso fue lo que más ayudó a convertir el paseo en una experiencia escalofriante, que trataré de no repetir.

Este lugar, que en sí mismo es bello, transmite sensaciones extrañas, su calma total, la luz mortecina de la tarde, la soledad...desde que llegué, quise marcharme, aunque tenía rincones verdaderamente bellos, recovecos que descubrir, pero todos ellos teñidos de un ambiente difícil de describir, cómo si de repente hubiésemos entrado en otra dimensión, sensación agudizada por el hecho de que en la hora aproximada que allí estuvimos, no nos cruzamos con ningún ser vivo aparte de los gatos que campaban a sus anchas por allí.

El día que visitamos la Capilla real, que no fue el mismo que mi medio pomelo se peleó con las gitanas que leen la buenaventura a los turistas y que a pesar de que les digas que no, prácticamente te secuestran, decidimos que si bien el lugar no era de lo más impresionante, debíamos llevarnos un recuerdo de tan ilustres tumbas, cosa complicada por qué el lugar desde donde se contemplan es tan reducido que no hay espacio ni para enfocar.

Vimos la Catedral de la Anunciación, y por algún motivo que se me escapa, su nombre en la wikipedia es de la Encarnación...en fin, yo tengo una foto que prueba el nombre, así que asumiremos que es lo mismo.

Las catedrales siempre son bellas, hay que visitarla.

Si indagáis bien por todas las callejuelas, podréis encontrar el Corral del carbón, lo veréis desde fuera y tiene tienda turística, pero poco más se puede visitar. Y si os encontráis en el Hospital Real, no os asustéis por qué haya una gran biblioteca con estudiantes aplicados, es que estáis en la sede de la universidad de Granada.

Para visitar la Cartuja, hay que desplazarse un poco más, es uno de esos sitios en los que no te dejan sacar fotos, aunque después de andar por allí dentro un rato, entiendes que si tu cámara digital tienen tendencia a cargar demasiado el rojo si no tienen mucha luz, allí dentro ni una hubiese quedado bien, puesto que todo estaba forrado de mármol marrón y blanco, una saturación total para los sentidos poco acostumbrados a los excesos cromáticos.

Uno de nuestros últimos paseos, lo hicimos por el parque Federico García Lorca, allí encontramos infinidad de gatos y granadinos haciendo deporte en una especie al aire libre, en un espacio lleno de máquinas propias de un gimnasio, sin duda, algo curioso.

A pesar de lo bella que es Granada, yo no podría vivir allí, el frío intenso de la sierra, se me calaba en los huesos hasta las 12 del mediodía y no se me pasaba hasta que el sol calentaba todo lo que podía, pero hay que decir, que por las noches, apenas notábamos cambio de temperatura con el día, cosa que nos sorprendió mucho.

Si queréis ver todo lo que se puede encontrar, seguid bajando!

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