Es cómo vivir dos veces

A la vuelta de nuestro viaje a Marruecos, más mío que nada, ya que fuí yo la que estuvo 12 días, sentados en la terraza comunitaria en casa de unos amigos, a la luz de las velas, bebiendo unas copas de vino, de madrugada, después de una cena maravillosa, empezamos a hablar de cómo había sido la estancia por aquellas tierras.

Mientras desgranábamos recuerdos, uno de los contertulios, emocionado e inspirado por la esencia del viajar en sí mismo, nos dijo aquello de; -ya lo decía el poeta, viajar, es cómo vivir dos veces.

La frase, me pareció de lo más acertada, de hecho, estuvo semanas rondándome por la cabeza, para qué podrá servir esta bella frase, me preguntaba, hasta que nació este blog y supe que nombre debía llevar.

Así que, aquí está parte de esa segunda vida.

lunes, 11 de agosto de 2008

Berlín, Botanischer Garten 14 septiembre 2007

Una de las visitas importantes en nuestro viaje a Berlín, fué el parque botánico, Botanischer Garten, ubicado en un barrio absolutamente precioso de Berlín, no muy céntrico, pero bien comunicado.

Lo peor de la visita, disponer de tan sólo 2 horas para verlo, cerraban a las 19 de la tarde y cómo en 5 días no se puede visitar todo lo que uno quiere, o no con el tiempo necesario, si os animáis a ir, y creedme, debéis ir por qué es un sitio precioso, dedicadle un día entero, por qué hay que pagar entrada y por qué se necesita un día para ver todo lo que hay allí.

Otro inconveniente fue descubrir que el vivero principal, estaba cerrado por obras, se supone que es la joya de la corona y está dedicado a los nenúfares, aunque lo que yo iba a ver, para qué os voy a engañar, era el vivero de los cactus, el de las orquídeas y el de las carnívoras, en ese orden.

A pesar de ser una visita contrareloj, vimos todos los viveros que estaban abiertos, y alguna cosilla más de camino a los viveros y de camino a la salida.

Cuando ya nos íbamos descubrimos que el parque estaba dividido en zonas geográficas, teniendo en cada zona, flora autóctona de la misma; seguro que nos dejamos por ver un montón de rincones preciosos, cómo el de la pagoda que vimos de refilón a la carrera de camino a la salida con ese pitido horrendo que anunciaba desde las 18.30 a las 19 que era hora de volver a casa.

La tienda que había a la salida, con algunas plantas a la venta, también estaba cerrada y el museo, ni pensamiento de verlo, imposible por tiempo.

Bueno, el compendio de la visita es más de lo que no vimos que de lo que sí vimos...aunque lo que vimos valió la pena.

A las pruebas (fotos) me remito!

Por cierto, dentro del botánico, también hacen conciertos de música clásica, por lo que leímos, desde luego, tiene que ser un lugar precioso para disfrutar de un concierto.

Cómo anécdota contaros que estos chicos del botánico, tienen una extraña costumbre y parece que les gusta esconder las puertas de entrada a los viveros, lo que nos tuvo un rato largo intentando encontrar la puerta de entrada a algunos viveros, en algunos otros, entramos por la salida y punto! sin embargo, en un momento de deseperación, cuando estaba mi medio melocotón, agarrado a la puerta de salida, en plan, yo entro por aquí aunque sea por mis ejem, una amable alemana se paró y nos explicó en un dubitativo castellano, que se entraba por el bistro, o sea, por la cafetería, menos mal que nos lo dijo sino aún estamos intentando entrar por la salida!!!!!

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